¿Quieres consultar información sobre nuestros cursos y programas? Visita nuestra página web: https://maravillas.es/
o chatea con nosotros por 📱 WHATSAPP: +34 603 71 27 86
¿Te gustaría recibir orientación personalizada para tus clases de ELE?
Un homenaje a nuestras familias anfitrionas
Gracias por abrir las puertas de vuestro hogar
En Maravillas Programas Internacionales, cada estudiante que llega lo hace con una mochila cargada de expectativas, nervios y sueños. Y si bien las clases y las excursiones forman una parte fundamental de su experiencia en España, es el hogar que los acoge desde el primer día lo que la completa y la hace verdaderamente inolvidable e inmersiva. Ambos aspectos —la vida académica y la familiar— son esenciales y se complementan para marcar su paso por Maravillas.
Por eso, este artículo es un pequeño homenaje —y un enorme GRACIAS— a todas las familias que formáis parte de nuestro programa como anfitrionas. A quienes abrís no solo vuestras casas, sino también vuestro tiempo, vuestra cocina, vuestras conversaciones… y vuestro cariño.
Más que huéspedes, un miembro más de la familia
A menudo nos preguntan:
“¿Qué se espera de una familia anfitriona?”
La respuesta es sencilla y profunda al mismo tiempo:
Que tratéis a los estudiantes como si fueran uno más de vuestros hijos.
Uno de los elementos más especiales de esta experiencia es la convivencia. Los estudiantes, especialmente los más jóvenes, necesitan sentirse parte del hogar. Por eso, para ellos, vosotros sois mucho más que una familia anfitriona: sois su familia durante su tiempo en España.
Convivencia real: hijos, hogar y corazón
Involucrarlos en la vida diaria, preguntarles cómo ha ido su día, sentarse juntos a cenar, compartir una película en el salón… Todo eso crea un vínculo auténtico. Y cuando en casa hay hijos, el lazo se estrecha aún más. Juegan, se ayudan, se ríen, se entienden más allá de las palabras. A veces, surgen amistades que perduran durante años.
Poco a poco, dejan de ser “el estudiante” para convertirse en “uno más en casa”. Esa cercanía se nota en los pequeños gestos: bromas compartidas, ayuda con los deberes, confidencias del día a día. Son vínculos sencillos, pero muy reales, que muchas veces continúan incluso después de que se marchen.
🐾 Y no olvidemos a los miembros peludos de la familia, que muchas veces se convierten en compañeros inseparables. Las fotos que recibimos con estudiantes abrazando a sus mascotas temporales, sacándolas a pasear o simplemente compartiendo sofá, son una prueba del cariño mutuo que nace de forma natural. Para muchos de ellos, el vínculo con el perro o el gato de la casa es también una parte entrañable de su recuerdo de España —una conexión sincera que trasciende el idioma y que aporta calidez, compañía y alegría al día a día.
Aprender del otro: una ventana al mundo
Acoger a un estudiante extranjero no es solo dar alojamiento. Es abrir vuestra casa, vuestras rutinas… y también vuestra mente.
Con cada joven (o adulto) que llega, se abre una pequeña ventana al mundo: nuevas costumbres, formas de ver la vida, tradiciones diferentes, maneras de celebrar, de cocinar, de comunicarse. Muchas familias nos cuentan que han aprendido palabras en otros idiomas, que han descubierto músicas nuevas o que simplemente han ganado una nueva perspectiva sobre otras culturas.
Este intercambio cultural es bidireccional: ellos aprenden de vosotros, y vosotros de ellos.
Más allá de la rutina diaria, hay momentos especiales que marcan la diferencia. Cumpleaños celebrados en casa, salidas en grupo, excursiones, cenas familiares o incluso esas pequeñas sobremesas llenas de risas y aprendizaje improvisado.
Estos momentos no solo enriquecen la experiencia del estudiante. También unen a la familia, crean anécdotas que se recuerdan con una sonrisa y transforman una estancia de unos meses en una vivencia inolvidable para todos.
Lo más emocionante de todo es que, cuando el estudiante vuelve a su país, la historia no termina ahí. Muchas familias siguen en contacto con ellos: por carta, por email, por redes sociales. En ocasiones, se reencuentran años después.
Lo que empezó como una acogida se convierte, a menudo, en una amistad duradera.
Recibir una postal en Navidad o una foto desde el otro lado del mundo con un "¡os echo de menos!" es una de las mayores recompensas para muchas de nuestras familias.
A todas las familias que ya habéis abierto vuestra casa (y vuestro corazón): GRACIAS. Gracias por hacer que nuestros estudiantes se sientan bienvenidos, seguros y queridos. Gracias por los platos caseros, las conversaciones sencillas, la paciencia y la alegría.
Y si estás leyendo esto y te preguntas si podrías acoger a un estudiante en casa…
La respuesta es sí. No hace falta ser perfecto: solo hace falta tener ganas de compartir y de vivir una experiencia enriquecedora.
Porque en Maravillas, no solo enseñamos español.
Creamos conexiones humanas, compartimos culturas y construimos recuerdos que duran toda la vida.
Gracias a todos.
De corazón.